El paradigma digital como lo conocemos, es una realidad actual que nos atraviesa y que por momentos resulta difícil de explicar en forma concreta. Sin embargo, es necesario poder definirlo con claridad, ya que todos somos usuarios más o menos experimentados, y en el plano profesional esta incursión genera dudas y preocupación entre muchos profesionales.
Cuando alguien se pregunta “cómo iniciarse en el mundo digital”, es muy común escuchar recomendaciones sobre cursos de “marketing digital”, “diseño de sitios web” o bien de algún conocimiento específico a desarrollar. La pregunta es: ¿cómo hace un profesional desarrollado (contador, abogado, médico, etc.) para incorporarse al mundo digital sin pasar por un proceso innecesario?
Este error tan común refleja un error de visión que deriva en muchísimas frustraciones. Así como en el libro “Seis sombreros para pensar” de Edward de Bono, existe la creencia de que uno puede simular o actuar un rol determinado como el de un “pensamiento digital”, y que podemos intercambiarlo como si se tratara de un sombrero. Sin embargo, el pensamiento digital no es un rol o una posición a adoptar, por el contrario: significa incorporar información concreta de la realidad en nuestros procesos de trabajo. Para seguir con la metáfora, resulta mucho más acertado hablar de “anteojos” antes que de “sombreros”, ya que buscamos “ver” algo que antes no lográbamos identificar.
Otra característica del mundo digital es que hace pensar a muchos profesionales destacados que “no se han subido al tren de lo digital”, y que su carrera puede verse amenazada. Esta es una trampa difícil, porque existen pocos profesionales destacados que no sean usuarios (aunque sea novatos) de herramientas tecnológicas como la televisión en HD, los medios online, la mensajería celular y alguna que otra aplicación. En un sentido amplio, resulta poco creíble decir que alguien “esté fuera del mundo digital”.
Lo que ocurre habitualmente es que la incorporación de nuevas herramientas y competencias en el mundo laboral generan una sensación de riesgo en los empleados, y lo que es difícil de afrontar es el cambio cultural que esto genera, más que la adquisición de dichas herramientas. Por ejemplo, muchas empresas han incorporado (o lo harán en el corto plazo) sistemas como SAP, CRM (Salesforce, Microsoft, Oracle, por mencionar algunos), ERP, etc; plataformas que buscan replicar idealmente los procesos de trabajo y aumentar la eficiencia de los equipos.
¿Dónde está el problema? El problema está en la implementación: la tecnología, sin importar cuál, funcionará a partir de los objetivos y el alcance establecido previamente. Si esta construcción toma en cuenta a los colaboradores más experimentados, si se logran integrar las distintas áreas de trabajo, si se escuchan las necesidades del usuario final, y se establecen los indicadores necesarios para los reportes, entonces la tecnología será un aliado incondicional y la organización la recibirá con los brazos abiertos. De lo contrario, será un obstáculo más en la burocracia inevitable del mundo laboral, donde las organizaciones y las personas que no están familiarizadas con la dinámica de colaboración y del trabajo en equipo, tendrán dificultades para implementar estos proyectos (y cualquier otro posiblemente).
Entonces, ¿Cómo nos capacitamos para la Transformación Digital?
- El primer paso es Definir ¿Qué es lo que queremos conseguir en el entorno digital? Si lo pensamos desde el plano profesional seguramente va a estar definido por nuestra actividad laboral:
– ¿Necesitamos impulsar las ventas?¿Qué alternativas hay?¿Qué tienen en común?
– ¿Necesitamos mejorar nuestra gestión administrativa?
– ¿Necesitamos bajar nuestros costos digitalizando procesos?
– ¿Necesitamos atender mejor a nuestros clientes?
Una vez detectada nuestra propia necesidad, nos resultará más fácil encontrar un objetivo. Parece algo obvio, pero revisar internamente “dónde nos aprieta el zapato” nos ahorrará tiempo y energía, ya que existen infinitas alternativas y nuestro tiempo y energía son limitados. - El segundo paso es Investigar, en este recorrido no hay atajos, hay que descubrir:
– ¿Qué hace la competencia?
– ¿Qué hacen las empresas en el exterior?
– ¿Qué hacen otras empresas del sector?
– ¿Existen procesos similares realizados en otras industrias?
Mientras más información tengamos arriba de la mesa, mas difícil será el análisis pero más valioso será. Es recomendable realizar estos procesos acompañados, para poder dividir tareas y enriquecerse con el intercambio. Es muy común encontrar en determinadas industrias (banca, petróleo, aerolíneas) competidores compartiendo experiencias sobre procesos muy característicos.
Una persona iniciada en los usos y costumbres de Internet, sabe que “compartir información” es una de las características naturales de la comunidad. - El tercer paso está directamente relacionado con el segundo: Probar (Ejecutar y Corregir). Si hicimos una buena investigación esta parte será más efectiva y menos costosa. En este punto hay muchas alternativas dependiendo del tema en el que nos interese desarrollarnos.
El conocimiento en Internet no tiene una lógica diferente a la del conocimiento tradicional, la información se encuentra enlazada y existen grandes cantidades de información ordenada, comentada y clasificada en forma colaborativa por millones de usuarios que buscan ayudarse unos a otros.
Por eso, la recomendación es seguir la línea del interés personal para mantenerse motivado. Abordar un curso o una capacitación sobre el “mundo digital” nos resultará mucho más valioso si nos hemos hecho las preguntas indicadas, y si hemos podido definir previamente nuestros propios objetivos en Internet.
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Consultor en Transformación Digital, especializado en Comunicación y Reputación Digital